jueves, 10 de septiembre de 2015

I like to move it!

Movimiento Social 2011 (Artículo de Opinión creado para el Manual Mechón de Enfermería UCH 2012)

Si les voy a hablar de las movilizaciones no puedo omitir mis motivaciones para involucrarme en ellas.
No es necesario un análisis tan profundo para notar que jóvenes como nosotros quedaron fuera de ésta universidad por no tener nuestras mismas oportunidades, inequidad que probablemente los perseguirá durante toda su vida. Desde hace años los problemas de la educación y sus formas de acceso como éste han sido indudables, sobre todo desde el estallido el 2006 de la “revolución pingüina” que los hizo más que nunca evidentes, por eso puedo decir que era consciente de parte de ellos antes de ingresar a ésta universidad, lo que no significó que cuando el año pasado comencé a escuchar (debido a la contingencia que demandaba discutir sobre éstos temas porque el presidente había prometido que sería el “año de la educación superior”, y  principalmente por mi rol como “delgada CES”), los conceptos como “revolución”, “actor social”, “movimientos sociales”, “fin al lucro”, “educación pública”, y cosas como la necesidad de realizar marchas, tomas e intervenciones callejeras como formas de presión para conseguir demandas, me asusté y me pareció muy exagerado, menos se me pasaba por la cabeza defender la consigna “educación pública, gratuita, de calidad y para todos” porque me parecía lejano, imposible, como a muchos les pasaba. Pero a medida que entendí que a nivel gubernamental no había un interés real por generar cambios, mi perspectiva cambió. Con el transcurrir de los primeros meses del año, el tema empezó a tomar fuerza a nivel de distintas organizaciones estudiantiles y luego a nivel de organizaciones sociales, y de esa forma más y más gente se fue sumando a éste movimiento que sin duda marcó la Historia. Lo que comenzó como un simple alegato por irregularidades en la asignación y cobertura de las ayudas estudiantiles, fue dando paso a demandas serias siendo sus ejes principales el Acceso, la Democratización y el Financiamiento, las que con el avanzar de las movilizaciones y el aumento de información en la materia se  fueron ampliando hasta llegar al gran demanda de Educación Pública, Gratuita, de Calidad y para Todos, con puntos bien definidos de como encausar su ejecución.
Fue como participante en las distintas asambleas, foros, conversatorios, seminarios y demases, como fui aprendiendo entonces, que detrás de el simple hecho de sacar o no un buen puntaje en la PSU  había un montón de cosas asociadas, aprendí que la educación es un bien social y como tal un derecho al que toda persona debería poder acceder porque permite poder adquirir tanto conocimientos como principios y valores, herramientas necesarias para comprender y enfrentarnos al mundo; y por otro lado, es un motor de cambio social, lo que significa que es capaz de brindar una oportunidad a quienes no la tienen, de poder optar a un futuro mejor al que su “cuna” les predestina. Por éstas razones es que me pareció injusto que la condición socioeconómica determinara quienes pueden obtenerla y quienes no, pero además me di cuenta que como futuros profesionales de Enfermería debemos hacernos responsables de esto, ya que no es complejo de entender que la calidad de vida depende directamente de la calidad de educación recibida, y que como tal es determinante en el estado de salud-enfermedad de una persona,  por lo que considero que no es un tema que nos sea ajeno ni como futuros enfermeras/os, ni como estudiantes, pero por sobre todo no es un tema que nos sea ajeno como miembros de esta sociedad . Como verán, ser consciente de todo esto fue un importante proceso de cambio y ocurrió gracias a que me informé y tuve largas discusiones con pares de otras carreras y niveles, con vecinos y familiares, con secundarios y profesores y de que participé en pasacalles, marchas, asambleas (de todo tipo), operativos de salud entre otras cosas, en fin, saliendo a las calles y discutiendo principalmente, y fue gracias a todo esto me di cuenta además, que como pueblo somos quienes decidimos que país tenemos, y que es a través de la organización y siendo responsables de nuestro rol como actores sociales, como lograremos que así sea. Quedarnos estáticos es ser cómplices y al ser conscientes de ello, si queremos ser consecuentes, estamos obligados a hacer algo por generar un cambio.

En este contexto, ni la facultad ni sus estudiantes se mantuvieron ajenos. Con responsabilidad, creatividad y por sobre todo con organización revirtieron su propia historia de apatía, emprendieron una labor incansable.
·         Marchas y paros.
Establecido el problema era hora de hacerse cargo de él y las marchas para mostrar el descontento general no se hicieron esperar, ya desde abril se realizaron las primeras por la defensa de la educación pública y la facultad estuvo presente, al principio la participación no fue muy cuantiosa pero con el tiempo se logró convocar alrededor de 1000 personas contando con la participación de profesores, funcionarios (que desde el comienzo fueron los primeros en apoyar y sumarse a las movilizaciones) y la mismísima decana.
La contingencia pedía más, la necesidad de comprender realmente la magnitud del problema, establecer demandas más concretas y proyectar el movimiento, demandaba invertir tiempo de estudio, costo que democráticamente se dijo estar dispuestos a asumir, primero por el día en que se realizaban las marchas y posteriormente de forma semanal.
Con tiempo extra disponible las asambleas abundaron, pero también se abrió el camino para la formación de comisiones, la realización de operativos de salud, la participación en flashmoobs y foros sobre temáticas contingentes, difusión, intervenciones callejeras como pintar autos y cantar en las micros. Además se realizaron ollas comunes para el almuerzo y desayunos a cargo de distintas carreras. Todo esto permitió generar espacios de participación triestamental e interdisciplinaria.  
Pero no todo es para siempre y el distanciamiento de las organizaciones de sus bases fue generando desconfianza entre los partícipes del movimiento, esto sumado al desgaste que significaba el tiempo alcanzado de movilización, más el riesgo de la pérdida del año académico y de los beneficios estudiantiles (que paradójicamente fueron lo que se partió peleando), significó que mucha gente se restara, lo que en la facultad se notó significativamente. La participación bajó a tal nivel que las actividades organizadas no se podían realizar, tornándose la situación insostenible. Como un intento de mantenerse movilizados  se llegó a un acuerdo con el Consejo de Escuela para tener horarios protegidos que permitieran la participación en el movimiento y el término del año académico, los que poco a poco se fueron desaprovechando debido a la carga académica y el apremio del tiempo.
A pesar de ésta forma, quizás la peor para terminar, por cansancio, se logro una maduración del movimiento que se vio reflejada a nivel del contenido del discurso planteado, el respaldo de la sociedad, y la participación histórica, llegando a superar las 500.000 personas en las calles donde se contaron familias completas.
Si me preguntan a mi, estoy segura que aprendí mucho más durante el 2011 que en cualquier otro año de mi vida y aprendí ese tipo de  cosas impagables que ninguna sala de clase, o auditorio en nuestro caso, te pueden enseñar. Con ganas cualquier libro te puede enseñar biología, lo que marca la diferencia es el profesor.

Los invito a ser curiosos, a ser inconformistas y exigentes.
Discutan, opónganse a lo que no les parezca, aunque no sea lo que la mayoría piense.
 Apodérense de los espacios de participación y creen los propios.
 “AL FIN Y AL CABO, SOMOS LO QUE HACEMOS PARA CAMBIAR LO QUE SOMOS”,  Eduardo Galeano.



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